A lo largo de las décadas, se ha intentado proporcionar una definición exacta sobre qué es la arquitectura. Algunas de sus muchas definiciones son: es «un arte donde plasmar la personalidad del arquitecto»; «crear algo que perdure»; «una profesión para hacer planos de edificios».
Todas y cada una de ellas son correctas; no por ser menos elaborada o creativa, la definición va a dejar de ser más o menos verídica. Para mí la arquitectura es evolución, superación e innovación. Y posiblemente, si alguien que no se dedica a este oficio llega por casualidad a mi blog, se preguntará, «¿Y esta chica que me está contando?», por eso mismo lo voy a intentar explicar brevemente.
Evolución, porque la arquitectura siempre está en proceso de investigación. Se encuentran nuevas formas de hacer esta tarea tan ardua mucho más sencilla, con nuevos materiales, instrumental o técnicas de construcción… Superación porque la arquitectura sabe anteponerse a los desastres naturales, y como consecuencia evoluciona a una arquitectura superior, más resistente (ante huracanes) y más preparada ante cualquier posible peligro. Y por último, innovación, porque para poder evolucionar primero se deberá innovar. Uno no se puede lanzar a la piscina sin haber agua, porque resultaría en un desastre, pues lo mismo pasa en el terreno de la arquitectura; no se pueden construir edificios innovadores sin haber primero un proceso de pruebas.
Otro de los temas que ha producido controversia es la que debemos considerar arquitectura. ¿Una cueva de la prehistoria donde vivían los primeros humanos se podría considerar arquitectura? ¿Y una chabola? ¿O qué os parece un nido para pájaros?
Pues resulta que todo es arquitectura; todas las cosas que podemos observar constan de una forma y solo por ese hecho ya son arquitectura o participan de ella, tanto una silla, como una cueva, un nido de pájaros o un edificio.
Y precisamente ahí está la magia de esta profesión, que sin saberlo estamos rodeados de una hermosa arquitectura, una arquitectura que cuando llegas a observarla y la observas como debe ser, no solo superficialmente por su estética, se abre un mundo enorme de posibilidades.
Otra de las mágicas de la arquitectura es que es capaz de hablar por nosotros, y, ¿cómo no iba a hacerlo si la arquitectura es un reflejo de nuestras creencias y pensamientos? Por eso un arquitecto con solo ver una imagen de una obra arquitectónica puede acertar en qué país se ha podido construir.
Una reflexión aportada por un gran maestro de la arquitectura como es Leland Roth es la siguiente.
«La arquitectura es el arte inevitable, estamos en continuo contacto con ella… podemos evitar contemplar pinturas, esculturas o cualquier otra obra de arte, pero la arquitectura nos afecta constantemente, configura nuestra conducta y condiciona nuestro estado de ánimo.»
Como conclusión, podemos considerar que
A diferencia de las artes, las ciencias, la filosofía o cualquier otra manera de conocer el mundo, la técnica es esencialmente una manera de hacer. Por lo tanto, la técnica define la humanidad. Además, la arquitectura es la manera con la cual se trata de dominar su medio originario: la naturaleza. Define el modo en el que habitamos. Por último, podemos concluir que la dimensión técnica sitúa a la arquitectura en la frontera con las artes, rebasa la capacidad individual y requiere de una programación de su ejecución. Es una obra colectiva.
¿De donde mueve?
La arquitectura surge de una necesidad, de una problemática que insta a un cambio. No es un acontecimiento utópico sino que se vincula estrechamente al lugar entendido como soporte y como parte activa que determina las relaciones entre las cosas.