Para esta práctica voy a a analizar los molinos de Campo de Criptana. Estas construcciones tienen raíces que se remontan a siglos atrás, servían para moler el grano y producir harina. Su diseño y su funcionalidad los convirtieron en elementos fundamentales en la vida en La Mancha.
De los 34 molinos que habían censados en 1752, actualmente solo se conservan 10, siendo 3 de ellos originales del siglo XVI y los otros siete restantes construidos a partir de 1900.
El origen de los molinos de viento lo encontramos en la antigua Persia, pero es en la Edad Media cuando aparecen en el área mediterránea.
Los molinos de esta localidad son del «tipo torre«, construidos con piedra, cal blanqueada, y recubiertas de madera de forma cónica. Su planta es circular con un grueso muro que soporta un techo giratorio para orientarse cara al viento.
Están situado en la cima de una colina, ya que en alto tienen una mayor exposición al viento, mejorando así su funcionalidad.
Estructuralmente disponen de tres plantas:
El piso superior junto con el espacio interior cónico formado por el tejado, alojaba la maquinaria compuesta por un eje transversal que enlazaba el eje de las aspas con rueda catalina. Existía además la linterna que servía para invertir el sentido del viento que se trasmitía a las piedras de moler (solera y volandera).
En el segundo piso o «camareta» se ubicaba el cedazo formado por tamiz o malla situada dentro de un cajón que recibía la molienda o cereal molido y cuya función era separar la harina del salvado.
En el piso inferior se ubicaba el silo o almacén donde se envasaba y guardaba la harina. Ésta recorría mediante un conducto de madera, los tres pisos en sentido descendente.